viernes, 24 de abril de 2009

clarín:mamame el musculo amatorio

Noticias del jeroglífico, del cuentapropismo y de la concupiscencia

por orlando barone:

Disculpen: en el momento de leerse esta crónica es probable que el jeroglífico político argentino haya cambiado algunos signos y sea todavía más indescifrable que la famosa piedra de Rosetta. O que se haya intensificado la moda de los cara de trasero indignados. La “indignación” es el look triunfador republicanista que fatiga los medios. Para ser exitoso hay que estar “indignado” por todo. Hay que poner cara de que se es un fiscal inmaculado ofendido por esta realidad argentina que nos socava. Aquí me contengo en dar nombres: tengo miedo a la venganza. Cobarde, animate. Si me apuran los nombro. Son esos republicanistas y demócratas “indignados” por todo, excepto por ellos mismos. La indignación es un flagelo que hace estragos en la sociedad argentina. En fin.
Me contaron que en el Gobierno buscan contrarrestarla. Y déjenme decirlo. Porque me lo dijeron como dicho de buena fuente: “El Gobierno daría la sorpresa de volver a postergar las elecciones hasta octubre”. No lo descrea ni lo crea. Espere. Acuérdese que, con las horas, las noticias cambian y sufren mutaciones. Resulta que el crimen de Valentín Alsina ahora tiene un ingrediente nuevo: el asesinado había salido armado de su casa y disparó tres veces sobre el asesino. Pero la noticia deseada es que el desalmado matador disparó sobre un hombre indefenso a su merced. Para qué distraer la tragedia con ideas subalternas: de haber dado en el blanco, el asesinado hoy estaría vivo y sería un justiciero. Decía antes que en política éste es un momento de suspenso: como el del cierre del libro de pases de la AFA. A cada instante puede suceder algo súbito.

Como el caso del ex recaudador lanzado como solista sin autorización del director. Se puso a tocar fuera de repertorio y sonó desacompasado. A partir de ese acto de narcisismo de Santiago Montoya, los que lo odiaban más que al bochorno de contagiarse el dengue, ahora lo miman. Los mismos tramposos que lo insultaban porque les descubría la trampa impositiva, ahora quieren a Montoya en su equipo. Faltaría que le dieran la bienvenida en la corporación de countries o en las marinas de yates furtivos. Darle la bienvenida y ofrecerle prosperidad al contrario que se excluye de su bando, y que tiene asegurado un empleo de protagonismo mejor remunerado y un aliento mediático gratuito, es una eficaz estrategia de la época. Antiguamente era un salto laboral cualitativo el de los vendedores o gerentes exitosos que se retiraban de una gran tienda o bazar y se ponían negocios del ramo por su cuenta. Se autodistinguían a sí mismos como “ex gerente de Gath & Chávez”, o “ex vendedor del bazar Dos Mundos”, etcétera. Se permitían aprovecharse del prestigio de las empresas a las que habían servido, aunque el trance deparaba resultados azarosos. Porque a veces, como empleado de una gran firma, obtenía más que lanzándose como cuentapropista modesto, o integrante de una pyme o sociedad de porvenir incierto.
En política hay casos de traspasos múltiples, aunque los “traspasistas” no hacen ostentación de la antigua pertenencia porque, una vez que se fueron, cargan en el corazón el rencor de los conversos. Permítanme una digresión: los que se van, apenas cruzan el porche, se lanzan a la diatriba contra los que hasta hace un rato eran sus amigos o a los que servían; son como ésos que se fumaban tres atados de cigarrillos por día y una vez que dejan de fumar se vuelven los Ayatolas que persiguen y censuran el cigarrillo. Cuánto rencor incuba la política, casi tanto como el periodismo.

Felipe Solá es un ejemplo. Siempre en el peronismo, pero cambiando de sección, de jefe o de stand: es ex Menem, ex Duhalde, ex Ruckauf, ex Kirchner y en cualquier minuto podría llegar a ser ex de sus nuevos socios. También podría pasar que se decidiera a ser ex Solá, si es que existe la posibilidad de retirarse políticamente de uno mismo y dedicarse a la actividad de granjero. Cunde ahora este transversalismo trasnochado y tardío que involucra a todos, sin excluirnos los ciudadanos o vecinos, según se nos llame.
Gabriela Michetti recién comienza su carrera: y ya hace trueque, por ahora en el mismo bando. Aquel ya “borocoteado” pase de Borocotó fue de una firma a otra. Pero es un pase pigmeo al lado de los grandes trasvestimientos de la época. Está Julio Cobos como ex radical tradicional, después como ex radical K y ahora en potencia de ser hipotéticamente en el futuro ex radical tradicional. Porque nunca se sabe.
Un pase fantástico sería el de Guillermo Moreno al directorio de supermercados Coto o Carrefour. O a una consultora privada de ésas que miden tres veces más de inflación y se dan por ciertas porque el Indec ya está para la farra, mienta o no mienta. O también fantasear con el pase de Aníbal Fernández subiéndose al palco de la inseguridad junto al rabino Bergman y a los vecinos de San Isidro. Y clamando que hay que salir a cazar menores , así como en La guerra del cerdo Bioy Casares imagina la cacería de los viejos. O que el juez Zaffaroni se contrariara de repente y saliera a decir que si no fuera por la prudencia con que los medios tratan las noticias policiales la sensación social sería exagerada. Nada es ya imposible. Imagino a opositores en la ansiosa espera de que el gobernador Scioli sienta nostalgias de cuando se había sentido cuentapropista, y ahora quiera seguir la tendencia divorcista y tentarse con una nueva pareja o un nuevo casamiento político.

No es el caso de Fernando Lugo, el presidente de Paraguay. Mantuvo el celibato, pero no la contención sexual. Su destino erótico parece más vulnerable que aquel cigarro que no logró vulnerar a Bill Clinton. Es una lástima, pero el falo no tiene ideología. Y más allá de que ya se juegan acertijos a ver cuántos hijos y mujeres tiene, lo cierto es que si por cada uno Lugo tiene que sacarse el ADN se va a tener que inyectar una nueva carga. La cumbia que inspiró y suena por la red es ramplona pero exitosa. Su estribillo canta en tonada guaraní: “...Se cambió mi país o mejor se cambió de pañales / Lugaucho tiene corazón / pero no usó el condón / Lugaucho tiene corazón y así el cambio nos llegó / Lugaucho tiene corazón / pero no usó el condón”.
Benedicto XVI va a estar en un dilema: por un lado va a tener que condenarlo por su concupiscencia y, por otro, va a tener que premiarlo por no usar preservativo.

saludos,abrazos o puteadas,según corresponda.
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