jueves, 22 de abril de 2010

Marcela y Felipe

12 de Enero del 2003, Diario Clarín.
Ernestina Herrera de Noble:

Estos dolorosos días me han dejado estremecida pero entera, fortalecida por la amarga experiencia de la cárcel. Me han acompañado el amor de Marcela y Felipe y el sentimiento de que este es uno de los momentos más importantes de mi vida: como madre y como directora de Clarín. Quiero contarles por qué. Me encuentro frente a dos realidades muy distintas. Primero, el deseo legítimo de las Abuelas de saber si mis hijos fueron arrebatados a detenidos-desaparecidos. Segundo, los abusos del juez Marquevich. Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hayan sido víctimas de la represión ilegal. Y siempre les he dicho que yo apoyaba la decisión que ellos tomaran. Son chicos muy emotivos, me adoran, pero también son celosos de su independencia, y conscientes de que deben conducir su propia vida. Los adopté cuando ya era grande y estaba sola, Ellos saben que yo los adopté de buena fe, en un procedimiento legal y transparente, investigado una y otra vez por la Justicia. Cualquiera que haya sido la razón por la cual los perdieron, tienen el derecho de conocer quiénes han sido sus padres biológicos. Se trata de un derecho, no es una obligación. Y ejercerán ese derecho cuando tengan plena voluntad de hacerlo y si se sienten confiados en las condiciones de seguridad jurídica y científica en que lo hacen. Marcela, Felipe y yo tenemos mucha desconfianza del juez Marquevich. No así de las Abuelas, a ellas las considero totalmente aparte de cualquier especulación. ¿Pero por qué me encarceló el juez Marquevich? Ustedes ya saben que él jamás me había citado y yo jamás me había negado a presentarme. ¿Temía que me fuera del país donde viven las personas que más quiero, donde soy querida y respetada? ¿Entendió que era mejor apartarme de la sociedad porque soy un peligro para mis vecinos? ¿Por qué se demoró en indagarme cuando estaban cumplidos todos los pasos para hacerlo? No me conoce, nunca nos hemos reunido: ¿tiene algo en mi contra? Ahora quiero explicar la importancia que este momento de prueba tiene para mí como directora de uno de los diarios más importantes del país, con toda la responsabilidad que eso conlleva. Mi prisión forma parte de un plan que comenzó varios meses atrás y que tiene previstas muchas acciones más. Hay un sector político que quiere ir limpiando el terreno para adueñarse de todo el poder: su primer paso es destruir a los medios independientes y, de esa manera, hacer desandar todo el camino de libertad que el periodismo y la gente hemos construido desde el retorno de la democracia. Ese sector político —junto con algunos jueces, ex funcionarios, empresarios y gente de medios— cree que en una sociedad debilitada, donde la política está desprestigiada y no hay liderazgos, hay que barrer a los medios independientes para después hacerse del control de la sociedad. Sé que ellos dicen que ‘no se puede gobernar con Clarín en contra’. Yo les respondo: lo que no se puede hacer es gobernar arbitrariamente si hay una sociedad informada por medios verdaderamente independientes. Lo que nunca confesarán es que quieren instaurar una dictadura con apariencia de democracia, sin juntas militares. Y que saben que eso no es posible si medios de difusión como Clarín siguen diciendo la verdad, siguen investigando y denunciando lo que deben y siguen defendiendo a la gente. Así lo demostraron investigaciones de Clarín que tuvieron repercusión nacional e internacional y que son insoslayables para entender nuestro dolorido fin de siglo. Mi prisión tuvo el valor de poner todo esto de relieve. Por eso la soporté entera y con orgullo. Y así soporto hoy un proceso judicial tan injusto como mi prisión, sufro más por mis hijos, que padecen por mí, que por mi situación personal. Me consuela pensar que a Marcela y a Felipe esto los templará en la vida y les enseñará a luchar por los que aman y por cumplir con su misión en la sociedad. El mío es preocuparme por la gente. Conducir un medio que defienda la democracia, conducirlo para que siga siendo una herramienta al servicio de la gente. Eso lo pienso seguir haciendo toda la vida.

las negritas son de la casa.



Háganse un A.D.N como corresponde, y déjense de joder.

miércoles, 21 de abril de 2010

bosta


según me cuentan:Periodistas y trabajadores del diario no están de acuerdo con esta tapa ni con esta línea que está llevando adelante Crónica y se reunirían esta noche intentando sacar mañana una rectificación.

veremos.

cachivaches


Anibal Fernandez, en la diez. radio chota si la hay, en fin....


Proyecto de Ley, de Lozano y CIA, sobre la AUH , y el uso de las reservas.

ésto sí que es un ESCÁNDALO!!!!!!!!!!

Nobleza obliga, la respuesta del agente de Kaos, Sigfried Lozano. comentando la incursión del diablo, en las oficinas de control, ACÁ.

martes, 20 de abril de 2010

Fopea nos forrea


Por Claudio Díaz :

Si un poderoso se adueña de la calle y arrasa con todo lo que se le presenta por delante, ellos se harán los distraídos. Desviarán la vista hacia las marquesinas del mercado, silbando bajito y con las manos en los bolsillos. Pero una vez que el episodio trascienda e indigne, aparecerán en primera fila como los grandes héroes que fueron testigos y están dispuestos a contarlo todo. Porque, claro, ellos vieron lo sucedido. Y un cambio de máscara es suficiente. “¡Agente, venga que yo le puedo dar detalles de lo que pasó…!”.

Si el paralelismo le cabe a muchos practicantes de oficios terrestres, el nuestro quiere corporizarse directamente en el rol de algunos periodistas que llaman a los bomberos cuando los incendiarios ya están lejos. Lo hacemos con nombre y apellido: la organización Fopea, Foro de Periodismo Argentino. ¿O forros?

Aquí no hay contemplación alguna. Terminemos con la zoncera de que somos colegas y no debemos sacar nuestros roñosos trapos al sol. Pura sanata que siembran los apóstoles del “no hagamos periodismo de periodistas”. Algo así como “hagamos mierda al resto: al sindicalismo, a los milicos, a los curas…”. Pero no hablemos mal de nosotros mismos, de la sacrosanta “familia” periodística. Penosa “regla” no escrita y, sin embargo, respetada con unción por la gran mayoría de los hombres y las mujeres de prensa que utilizan sus espacios para putear contra todas las corporaciones, aunque demuestren tener actitudes más corporativas que las que se observan en el propio Vaticano.

“No hacer periodismo de periodistas” equivaldría a que algunos políticos honestos no hagan política de los mercenarios que están metidos en ella. A que ningún Jefe de Estado pueda juzgar al presidente de una potencia que proteja o represente al consorcio mafioso financiero-militar. A que un médico de barrio no denuncie al colega dueño de una clínica privada que receta medicamentos truchos a los enfermos.

¿Por qué vamos a prescindir de hacer periodismo de periodistas y, así, ocultarle a las nuevas generaciones lo que hicieron los Neustadt, los Grondona, los Morales Solá y los Fontevecchia, entre otros, durante la dictadura?

Esta censura que aparece disfrazada bajo el ropaje de respeto a la libertad de prensa es la que auspician los socios de Fopea. Que esta semana, ante la aparición en la marcha por la Ley de Medios de afiches críticos hacia las labores “profesionales” de periodistas que trabajan en el Grupo Clarín, emitieron un comunicado que habla de actitudes que buscan “deshonrar y denigrar a profesionales de un medio (…) con un procedimiento cobarde que se acerca a las prácticas de señalamiento fascistas”. ¡Andá, Fopea, andá a forrear a otro lado…!

Reaccionamos de esta manera (y se la dejamos servida para que nos llamen, efectivamente, reaccionarios) porque entre los miembros de Fopea aparecen siniestros personajes que se hacen pasar como periodistas y en realidad son operadores del poder económico, como Joaquín Morales Solá.

El Código de Ética que los propios fopeanos establecieron hacia 2002, cuando fundaron el Foro, es una verdadera preciosura:

“Los periodistas que integran FOPEA se comprometen a buscar la verdad, a resguardar su independencia y a dar un tratamiento honesto a la información. La distorsión deliberada jamás está permitida. Y los valores esenciales de los periodistas que adhieren a este Código son el respeto a los principios de la democracia, la honestidad, el pluralismo y la tolerancia”.

Urgente una reunión de sus socios para repasar el Código. Porque Fopea tiene entre sus 300 adherentes a la mayoría de los escribas que, día a día, bajan la línea editorial de Clarín desde las secciones de Política, Economía, Internacionales, Información General y Policiales. ¿No tendría el “colectivo” que conduce Gabriel Michi hacer un registro de lo que vienen publicando para comprobar si efectivamente se busca la verdad, se practica la independencia, se le da un tratamiento honesto a la información, y si son plurales y tolerantes cuando tienen que dar cuenta de las noticias cotidianas?

Pero lo más execrable es lanzar acusaciones de notable contenido democrático contra simples ciudadanos que se movilizaron por iniciativa propia a los Tribunales, para expresar su repudio ante el comportamiento de ciertos periodistas. Porque fue la gente la que diseñó, armó y portó los carteles condenatorios contra María Laura Santillán, Nelson Castro, Ernesto Tenenbaum, Santo Biassatti y algunos más.

O sea: los pretendidos constructores de opinión que militan en Fopea, muy republicanos e impolutos, ya ni siquiera permiten la libre expresión del hombre común, de la mujer común, que así como escracha a gobernantes, dirigentes políticos o legisladores, también se siente en su legítimo derecho de escrachar a periodistas. A lo de “prácticas fascistas”, Fopea agrega:

“La caza de brujas sobre periodistas es una amenaza a la libertad de expresión y puede derivar en situaciones muy peligrosas, algo que terminará afectando a la democracia argentina y a toda la ciudadanía”.

Muy bueno, muchachos. Quiere decir que ahora es el pueblo el que sale a cazar brujas. No los medios (es decir: sus patrones, que los alimentan bien y les ponen suficiente alpiste en el pico para que canten discursos en el encierro de las jaulas), que desde siempre han estigmatizado y cazado a quienes se niegan a ser sometidos. Y mucho menos los periodistas que ustedes defienden y son parte de sus propias vísceras, como Morales Solá, que nunca salió a cruzar brujas; es verdad… Lo suyo, entre 1976 y 1981, fue apuntar a los hombres que debían ser cazados por la gavilla asesina de Martínez de Hoz, Videla y Bussi, entre otros.

Hay que acabar con esta mascarada. Y dejar las cosas bien en claro. Estos periodistas de Fopea deben seguir ejerciendo su oficio donde más les plazca y con todas las garantías. Más: varios de ellos no merecerían ser cuestionados en este artículo porque los sabemos dignos y honestos. Pero, estimados colegas, si estuvieron de acuerdo en apoyar el comunicado divulgado por el Foro que integran, se nos hace muy difícil apartarlos de la crítica.

A los otros, a los que vienen a arrogarse el rol de profesionales que velan por la ética y la honestidad intelectual en este bastardeado oficio, apenas les pedimos que se saquen la careta. Dejen de posar como derviches del “buen periodismo” las Julia Bowland, los Fabián Bosoer y los Luis Ceriotto; los Pepe Eliaschev, Roberto Guareschi y Daniel Juri; los Majul y Mendelevich; las O’Donnell y las Magdalenas; los Claudio Savoia y Gustavo Sierra: los Gerardo Young y las Lorena Maciel, por citar a sólo una parte de la “masa social” del grupo.

Fopeanos, nadie les va a quitar el derecho a querer seguir siendo forros. Pero déjennos decirles: no forreen más a la gente…



Ayyyy Lozano......!!!!!!!

el diario del día


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